[Donovan]
Maldita sea, Cassia. ¡Responde el teléfono!
Los minutos se me estaban haciendo eternos, y sentí que el tiempo dejó de correr cuando llegamos a la ubicación y el sedán negro de Gregory estaba estacionado torpemente frente a la fábrica abandonada. Mi gente se detuvo alrededor y se bajaron con agilidad, con pistolas en mano, dispuestos a atacar ante cualquier movimiento extraño.
Adrik, ni se te ocurra ponerle una mano encima a Cassia.
Cuando cruzamos la entrada del almacén, mi corazón estaba bombeando a todo lo que daba. El único pensamiento que rondaba sin parar era el nombre de mi esposa.
Mi torpe y estúpida esposa.
Cassia. Cassia. Cassia.
Y entonces los vi.
A Gregory, arrodillado en el suelo, sosteniendo a una mujer demacrada y bastante lastimada.
Era Elena.
Su rostro estaba demasiado hinchado debido a los golpes, cubierto de moretones y cortes. Su cuerpo se hundía contra el de Gregory como si ya no tuviera fuerzas para sostenerse por sí sola. Ni siquiera podía imaginar la