Cuando entres a esa sala no habrá vuelta atrás...
El silencio en la sala de espera era tan pesado como el nudo formado en mi garganta. Un péndulo en la pared marcaba el paso de los minutos con una precisión insoportable, y una mujer tecleaba en completo silencio algo en el computador.
Ese tic-tac me estaba volviendo loca, y sentía que si no se apresuraban, terminaría huyendo como un perrito asustado. Muy lejos de todo.
Volver a terapia no era una decisión ligera. Era un salto al vacío con los ojos vendados y el alma llena de cicatrices. Sabía lo que se vendría; cuando Elena me hizo ir durante el poco tiempo que estuve en el centro de ayuda, tuve que enfrentarme a terribles recuerdos, eventos, sentimientos, pero sobre todo mucha culpa. Una que no sabía si estaba dispuesta a enfrentar. Sin embargo, Donovan estaba aquí, sentado a mi lado, tomándome la mano como si quisiera evitar de alguna manera que volviera a entrar a ese oscuro abismo que no quería visitar más.
Pero es necesario, Cass