—¡Aaaah!
El grito de Evander resonó en el interior del auto cuando fueron empujados por el toque de los perseguidores, pero Kane consiguió mantener el control y, con un volantazo, lo enderezó.
—¡Evan, llama a emergencias, ya!
En el asiento trasero, viendo el desarrollo de los acontecimientos a través de la luneta, Evander retomó el control de sus emociones de una forma que hasta para un adulto era desmesurada. Buscó en su bolso su celular y marcó el número de emergencias.
—Hola, ¿emergencias? Soy Evander Hunt, voy en un auto con mi padrastro, Kane Beresford, y un vehículo nos está siguiendo y nos chocó. Kane está esquivando, pero…
De pronto se vino otro golpe, y se escuchó el chasquido de la lengua de parte de Kane al frente.
—¡Evan, sujétate bien, tenemos otro al costado!
—¿Escucharon eso? —dijo el niño al operario de emergencias al otro lado.
—Lo escuchamos —contestó el operario—. Enviaré a la policía a su ubicación. Por favor, pon el altavoz para hablar con tu padrastro y mantente