Tras salir de la oficina, Kane avanzó hacia la sala de estar, donde su madre estaba viendo televisión con el pequeño Evander, un programa de concursos.
—Creo que no lo conseguirá. Ha estado muy inseguro en sus respuestas —comentó Evie.
—Hmm… pero parece que esta sí se la sabe. Yo creo que acierta —comentó el nene, que hablaba como todo un adulto.
Ambos estaban sentados en el sofá, con algunas botanas en la mesita de centro.
Brianna le comentó, después de una ronda de besos, que Evan sintió afinidad por su madre desde el principio, prueba de ello fue que le pidió ayuda en su fechoría con los polvos de colores, y podía darse cuenta de que Evie también sentía afinidad por el niño. Por eso los dejaba pasar tiempo juntos. Mientras Evander estuviera cómodo, le parecía perfecto que se relacionara con otros adultos.
Y, bueno, Evie era su abuela.
Desde un punto donde no lo veían, pero él si a ellos, Kane pudo ver los brillantes ojos de su madre y la sonrisa sincera que curvaba sus labios.
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