GEMA
Nunca pensé que alguien me haría un regalo. Y mucho menos que vendría de él.
Sostengo la nota entre mis manos como si pudiera desvanecerse en cualquier momento. En la nota solo pone un escueto ‘Para Gema’ y aunque es un poco soso el mensaje (nisiquiera está firmado) no puedo evitar embozar una sonrisa. La verdad es que no me lo esperaba.
El regalo no es solo uno. Hay varios paquetes. El primero que veo es un pijama de seda rosa. Precioso. Suave incluso al tacto, delicado… exactamente el tipo de prenda que nunca me compraría por mí misma (es demasiado caro).
Ese no me sorprende. La otra noche destrozó el mío —literalmente— y, con esa seguridad suya que no admite réplica, dijo que me compraría otro.
Es precioso. Demasiado.
Desenrollo otro papel brillante y el aire se me queda atrapado en la garganta. Ropa interior. De encaje, delicada, en tonos rosa palo y negro.
Me quedo mirándola unos segundos, casi sin parpadear. Nunca había visto ropa interior tan bonita… ni tan descaradament