GEMA
Leonardo recorre la parte interna de mis muslos con sus labios y dientes mirandome fijamente. Se acerca muy despacio a mí c*ño dejando un camino de saliva y marcas rosadas hasta que consume toda mi capacidad de razocinio y me rindo ante él.
—Por favor…—suplico.
Cuando la boca de Leonardo roza mi c*ño y lame mis pliegues con su lengua caliente, un jadeo entrecortado sale de mi boca.
Me tenso porque ha sido tan fuerte que temo que alguien pueda oírnos.
—No te preocupes—dice Leonardo, leyendo mi expresión—. Gime para mí todo lo que quieras, he lanzado un hechizo para que no nos pueden oir, ni molestar…
Su boca vuelve a la carga y me estremezco de placer cuando su lengua se introduce deliciosamente en mi agujero y con unos movimientos certeros entra y sale por mi agujero como si fuera me estuviera f*ollando con su p*ne.
Voy a volverme loca.
Y como si eso fuera poco, pone su pulgar en mi clítoris y lo masajea con movimientos circulares y repetitivos buscando el ritmo que