CAPÍTULO 31: ¿Quieres que me encargue...
LEONARDO
Fijo de nuevo mis ojos en ella y me sorprende la urgencia que siento de querer besarla. La idea me gusta demasiado…¿Por qué ella?
J*der.
La imagen de mi padre se cruza en mi mente, y aunque deseo besarla con todas mis fuerzas, desvío la mirada y carraspeo, cortando el instante íntimo que yo mismo he creado.
Maldita sea…
Se aparta un poco, pero mi mirada no puede abandonarla y me detengo a medio camino mientras que deslizo la mano por su espalda, buscando no perderla del todo.
No sé qué me pasa esta noche…Si, si lo sé. Ha sido una noche dura: la cena, la misión, la maldición…
Mis manos recorren su espalda, bajando lentamente hasta la lumbar, antes de regresar a su cadera. Presiono mis caderas contra las suyas y me surgen unas ganas tremendas de bajarle esos pantalones finos del pijama y penetrarla salvajemente…
Se pone nerviosa y en ese momento noto como le asalta un pensamiento que no tarda en verbalizar:
—Di…dijiste que sería yo la que te tocará a tí…hicimos un trato…
Gru