Anabela
Estamos en la pista de aterrizaje; el jet está listo para despegar. Estamos esperando a mi hermano.
—¿A dónde iremos? —le preguntó a Vladímir.
—Te llevaré al único lugar donde Dante necesitaría todo un ejército para entrar —me dice.
—¿Me llevarás a un castillo?
—No se parece mucho a un castillo, pero si quieres te construyo uno —menciona.
—No, yo quiero una casa sencilla; lo importante es estar juntos —declaró con felicidad.
—Está bien; tendrás tu casa sencilla. ¿Dime que piensas si nuestro bebé nace en Rusia? —me cuestiona.
—No me importa donde nazca; mientras estés conmigo en ese momento, lo demás no importa —mencionó.
Se me acerca y me da un beso en los labios. Me mira a los ojos y me da otro en la frente. Pone su mano en mi vientre.
Escuchamos que un auto se acerca; Vladímir saca su arma y los dos vemos por la ventana. Vemos que mi hermano se baja del auto.
Los dos bajamos y nos acercamos a él.
—Ya podemos irnos —dice mi hermano.
—Bien, entonces subamos —habla Vladímir.
Lo