Capítulo 1: Secuestro

LARS

Unas tremendas ganas de vomitar me invadieron justo cuando super que era yo mismo, y la confusión me llenó.

Abrí los ojos y estaba en un lugar apenas iluminado. Sentía el cuerpo pesado y casi no podía moverme. ¿Qué había pasado?

Traté de mover las piernas, pero no las sentía, y lo mismo con los brazos; de hecho, apenas veía algo, y tenía unos mareos terribles.

En ese segundo algunas cosas volvieron a mi mente: salí a caminar luego de encontrar a mi prometida acostándose con otro en nuestro cuarto en el hotel. Claro… había venido a esta ciudad para una conferencia; de hecho, más temprano ese día fui uno de los ponentes, por eso llegué tarde al cuarto.

Demonios… ¿qué pasó después?

Ah, claro, sentí un golpe en la cabeza y me desmayé.

¿Y entonces?

Alcé la cabeza todo lo que pude y evalué el entorno. Poco a poco empezaba a despertar, y el dolor también. Sentía que la cabeza me palpitaba de forma horrible, y al intentar enfocar algo me dio vueltas. Aquí no había mucho: era un cuarto desgastado en obra gris, y que olía feo, como a heces humanas mezcladas con las de cualquier animal imaginable.

Dios, qué asco.

Se me retorció todo por dentro, pero eso fue sustituido por temor cuando la puerta se abrió, y me paralicé al ver a un par de tipos grandes entrar.

—Oh, mira, ya despertó —dijo uno de ellos, en muy fluido danés.

—Perfecto. Eso lo hace todo más fácil.

Se rieron y caminaron hacia mí, que apenas pude enderezarme antes de recibir el primer guantazo.

La silla en la que estaba atado, o esposado, o quién sabe qué, se tambaleó y casi cayó, pero consiguió mantener el equilibrio, solo para recibir un segundo al otro lado de la cara que me dejó viendo estrellitas.

—¿Qué…? —balbuceé, pero apenas se me entendía algo.

—¡Cállate! —clamó uno de ellos, y alzó la pierna para dejarme toda la suela de su bota marcada entre el pecho y el abdomen, y empujó con fuerza.

El golpe me sacó el aire y me sentí más mareado, pero fue el impacto contra el suelo que revolvió todo el mi interior, y perdí la noción de la realidad.

Me dolía la cabeza, pero podía oír sus risas y sus conversaciones.

—Es un niño de mami y papi. Mira, si ni siquiera aguanta un par de golpes… ¿Los de la nobleza son tan débiles? ¡Que desperdicio! Vivir entre algodones es un asco.

Oí sus pasos acercándose de nuevo y temí. Uno de ellos me removió con el pie, como si yo fuera un animal muerto, y apenas me moví piso mi mano.

Solté un quejido y él una risa, y eso continuó por un rato, hasta que sentí un sabor amargo contra mi boca. Mi sangre

—¿Por qué… hacen esto…? —musité casi sin fuerzas.

Yo no tenía enemigos. Vamos, ¡era un desabrido! ¿De dónde demonios le saldrían a alguien ganas de secuestrarme y pegarme?

—Hmm, por plata —contestó uno de los tipos.

A estas alturas no sabía quién era quién, no coordinaba.

—Nos pagaron una buena plata por darte tu merecido y listo. ¿Hace falta más? Un pijo como tú no sabe nada del mundo. Naciste en cuna de oro, así que no entiendes que tenemos que trabajar para vivir.

¿Pijo? ¿Que no entendía nada del mundo? ¿Quiénes se creían que eran? ¿Quiénes se creían que era yo? ¿El Rey de Hiraeth?

Solo era un tipo que casualmente había nacido el primero en la línea de sucesión a su padre, el Duque de Arenberg, pero… ¿y qué?

O no, espera… ¿Acaso esto tenía que ver con mi padre? ¿Querían hacerme daño para extorsionarlo?

¡Buena suerte! Si fuera legal, mi padre amaría tirarme por un barranco y no saber nunca más de mí.

Si mi vida dependía de su buena voluntad… estaba muerto.

Dios, no quería morir.

Mi vida era un asco, pero quería hacer cosas. ¡No quería mo…!

De repente, mis pensamientos se vieron interrumpidos por un ruido fuerte, y gritos se oyeron desde afuera, seguidos por el estruendo de algo que parecían disparos.

Apenas tuve consciencia para alarmarme, pero los tipos que antes me golpeaban se pusieron en guardia.

La puerta se abrió de repente, y entró un tipo a toda velocidad.

—¡Jan, alguien vino a…!

Pero su voz se silenció tras un ruido sordo, y cayó al suelo como si fuera un saco de papas, por completo inconsciente.

Por un momento temí por mi vida. ¿Acaso venían a encargarse de esta gente para llevarme a otro sitio y hacerme cosas peores?

El corazón se me aceleró en el pecho a la par que el temor creció en las caras de mis captores.

Uno de ellos se llevó la mano a la cintura, de seguro para buscar su arma y así poder defenderse, pero al segundo siguiente el compañero a su lado cayó al suelo tras un simple y suave sonido que cortó el aire como un susurro.

El tipo, que no sabía si era Jan, alzó la cara con horror, y él y yo lo vimos al mismo tiempo: una figura espigada, alta y completamente vestida de negro. No se le veía la cara, porque tenía puesta una máscara táctica, y en la zurda apuntaba un arma.

Se me encogió el corazón, y casi vi en cámara lenta cómo se activaba el arma justo antes de que mi captor sacara la suya, y él solo cayó al suelo. Lo vi de reojo y noté un agujero en su frente.

¿Cómo apuntó con tanta precisión desde esa posición?

Sin embargo, mis problemas eran más graves ahora; después de todo, nadie sabía que me habían secuestrado, así que nadie me buscaba, lo que quería decir que este tipo…

¡Este tipo también podría querer matarme!

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP