Rafael narrando
Sus ojos se abrieron como si no pudieran creer lo que veían. Sus manos volaron a la boca. Y entonces el grito:
—¡Mamá! ¡Papá! ¡Jonny!
Corrió. Sus pies descalzos deslizándose por la alfombra de la sala. El abrazo fue fuerte, desesperado, emocionado. Ana Clara lloraba. James también. Incluso Jonny parecía más emocionado de lo que dejaba ver.
—Ustedes están aquí… ustedes realmente están aquí…
Me quedé parado, cerca de la ventana. Observando. Ya tenía suficiente: verla sonreír así. Completamente. Sin miedo. Era más de lo que podía pedir.
—Gracias por traernos aquí, Rafael —dijo James, extendiendo la mano de nuevo—. Estamos felices de conocer mejor… a tu familia.
Asentí con un leve movimiento de cabeza.
—Ella lo merece. Ustedes merecen verla feliz.
Flávia se acercó a mí y tomó mi mano. Miró mis ojos, y allí estaba ese brillo que solo aparecía cuando se olvidaba del mundo. Cuando se sentía segura.
—Lo hiciste por mí…
—Lo hice porque quiero verte sonreír. —Acercé mi rostro al