Capitulo 18

—Todo esto es por culpa tuya —dijo Robert con gravedad.

Edith se irguió.

—No es justo. ¡Y tampoco es cierto!

Estaban en la entrada del salón de baile, y Lisa acababa de salir corriendo entre ellos, sollozando. Jon se quedó solo en medio de la pista, pálido. Mirando a Edith, Robert hizo una señal a la orquesta y el director lo comprendió: en el acto la orquesta atacó de nuevo el vals.

Robert cogió a Edith por el codo y la condujo a la pista de baile. Ella protestó cuando él la sujetó por la cintura y comenzó a bailar con ella.

—Relájate —espetó él con un destello en sus ojos grises.

—Estás haciéndome daño —se quejó ella con ojos encendidos.

Poco a poco Robert dejó de cogerla con tanta fuerza.

—Alguien tendría que darte una azotaina —dijo con una mueca. Ella se irguió.

—¡Cómo te atreves a decir eso!

—Quizá yo sea el alma afortunada que acabe dándote una dolorosa lección. —La sonrisa de Robert era avinagrada.

—No necesito ninguna lección, ¡sobre todo de un bribón como tú! —exclamó Ed
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