Al entrar, veo a sus padres y hermanos vestidos con elegancia. ¿Cenaremos aquí? La duda me invade al saludarlos.
— Nos vamos —dice su padre, sonriendo mientras toma su abrigo de la percha junto a la puerta.
— ¿A dónde iremos? —susurro a Bryan, intrigada.
— Ellos tienen un evento y no regresan hasta mañana —me confiesa, apretando suavemente mi mano.
Sonrío nerviosa, aliviada por la situación, y me despido de la familia.
— Pórtense muy mal —susurra Joshiel, estrechándome en un abrazo rápido.
— Castígalo como tanto quiere —añade Sandra, su hermana menor, con una sonrisa traviesa mientras se queda en la puerta. La risa de todos estalla al instante, y Bryan se pone rojo como un tomate.
Una vez que la puerta se cierra tras ellos, miro a Bryan y lo encuentro muerto de risa.
— Escuché un poco de lo que hablaba con Joshiel. ¡Dios! Esa niña es un caso perdido —confiesa, aún riendo.
— Terribles son ustedes. No pueden hablar de ciertos temas cuando hay una niña en casa —le respondo, sonriendo ent