—Tengo mucho miedo. —El llanto de Alana llenó la habitación del hospital.
Ariana le sostuvo la mano con la fuerza necesaria. Una falsa sonrisa adornó sus labios.
—Todo va a estar bien —le aseguró, aunque su corazón latía con fuerza y un retortijón en el estómago la hacía sentir que le faltaba el aire.
Ariana siguió las indicaciones del médico. El peso de su hermana era perfecto; jamás la había visto tan saludable. Dos meses de buena alimentación, terapia acuática y medicación para fortalecer sus huesos hicieron maravillas.
El doctor la sometió a pruebas y aseguró que estaba en el punto perfecto para comenzar las operaciones de corrección ósea.
Todo sonaba maravilloso y, a su parecer, aterrador. Nada en su vida era así de perfecto. Seguramente algo malo iba a pasar, y esa sensación la aterraba.
—Después de la operación —Axel tomó aire antes de proseguir; una de sus manos descansaba en su bolsillo—, en cuanto sea posible, iremos a donde tú quieras. Ahora esfuérzate por ser v