Narrado por Isabela
Jet Gulfstream G700, sobre el Atlántico — 02:14 a.m., regreso a Milán
El jet surcaba la noche como una flecha plateada, motores Rolls-Royce ronroneando suave, altitud 41,000 pies, velocidad crucero 0.90 Mach. Adrián había ordenado "modo privado total": piloto y copiloto en cabina sellada, azafata discreta despedida en México con bono generoso. Solo nosotros en la cabina principal —asientos de cuero crema italiano reclinables a cama plana, iluminación LED ámbar tenue, temperatura perfecta 22°C, aroma a vainilla y sándalo de difusor Diptyque.
Caroline y Dimitri esposados en custodia Federal mexicana, confesiones grabadas, activos congelados. Paz temporal. Pero el vuelo era nuestro: 10 horas de océano abajo, estrellas arriba, y deseo latiendo.
Adrián cerró la puerta de la suite trasera —cama king con sábanas de algodón egipcio 1000 hilos, almohadas de pluma húngara, cortinas blackout automáticas. Vestía camisa blanca desabotonada revelando vendaje hombro y