Giovanni no dejó que Derek siguiera hablando. Apretó más fuerte la mano de Clarissa y dijo tranquilo:
—Clarissa es mi esposa. Estamos casados por lo civil, la ley la protege.
***
Después de eso, nadie supo qué decir. No había forma de continuar.
Todos cambiaron de actitud en un segundo.
Derek se quedó tieso, sin mover un músculo. Ni siquiera volteó a ver a Clarissa. Parecía que quería golpear a Giovanni. Silvia mostraba una mezcla de emociones: desaprobación, decepción... todo junto. Vio a Clarissa, apretó sus labios pintados de rojo oscuro y movió la cabeza despacio.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —gritó Derek, con voz ronca y llena de rabia.
Pero la señora Santoro no pensaba quedarse callada:
—¡Te dije hace tiempo que Giovanni ya estaba casado! ¡Y aun así insisten en meter a más personas en esto!
La “otra persona”, Araceli, se quedó palidísima.
Clarissa, todavía agarrada de la mano de Giovanni, se pegó más a él, recargándole cuerpo en su brazo. Bajó la mirada y se quedó viendo el