—¿Y todavía te atreves a mencionarlo? ¡Lo que mandaste… eso no tenía nada que ver! —Clarissa volvió a ponerse roja solo de recordar lo que había pasado anoche.
—¿Y qué tiene? ¡Si ya son marido y mujer! Eso iba a pasar tarde o temprano. Ayer era San Valentín, ¿no era la ocasión perfecta? ¡Yo solo les di un empujoncito! —Vittoria hablaba como si no hubiera hecho nada raro.
Ella estaba completamente metida en el papel. Para ella, Clarissa era la protagonista de su novela romántica, y como buena amiga, su deber era ser la cómplice que mueve los hilos desde las sombras.
Clarissa no sabía si reír o llorar con lo que acababa de escuchar.
—De verdad tienes que dejar de leer tantas novelas. Ya te afectaron la cabeza.
Pero Vittoria no hizo caso. Al contrario, respondió toda emocionada:
—Hoy hay una expo de anime. ¿Vienes? ¡Ya tengo las entradas!
Clarissa respiró hondo.
—Bueno.
Giovanni no esperaba que, cuando llegara a la casa de la familia Santoro, se encontrara a Araceli sentada en la sala hab