Solo quedaba Giovanni, y a nadie le importaba.
Andrés sabía que no le quedaba mucho tiempo. Quizás solo unos días. Quería dejarle el camino despejado a Giovanni.
Don Santoro lo había prometido: protegería a Giovanni.
No mucho después de redactar el testamento, el cuerpo de Andrés ya no resistió más. Falleció tranquilo.
Cuando eso pasó, Giovanni supo que la persona que más lo amaba en el mundo se había ido.
Vivió cerca del cementerio tres años completos, guardando luto por su bisabuelo. Y solo después de ese tiempo decidió marcharse de allí.
No volvió a la casa de sus padres, sino que se quedó a vivir en la casa de su bisabuelo.
El impostor de Giovanni había sido enviado lejos, ya no vivía con los Santoro. Pero sus padres aún lo mantenían. Cada mes le enviaban dinero, como si siguiera siendo de la familia.
A Giovanni ya no le importaba. Igual que ya no le importaban sus padres.
Derek y Silvia podían decir que eran sus padres, pero, en realidad, eran como dos completos extraños.
Y ahora,