Capítulo236
La luz del sol se metía por las rendijas de las cortinas, iluminando las manos pálidas y débiles de Paula, como si fuera lo único que la vida le podía dar.

Su cuerpo ya no era el de antes. Estaba cansada, agotada, y su respiración era cada vez más difícil, hasta que, en silencio, su corazón dejó de latir. Se fue sin hacer ruido, llevándose todo el cansancio y la decepción con la que cargaba.

El velorio de Paula se celebró en una sala pequeña. Las telas blancas colgaban suavemente, movidas por la brisa, como si fueran suspiros tristes de los que la extrañaban.

En el centro, una foto de ella sonriendo, una sonrisa que solo quedaba en los recuerdos.

Giovanni estaba arrodillado en el suelo. Las lágrimas caían en silencio, golpeando el piso. Sus ojos estaban perdidos en la nada, por la rabia y tristeza de ver a Paula en una caja.

Nicolás estaba de pie, al lado, con una mirada vacía, sin ningún remordimiento. Prepotente. Insensible.

—Todos los días mueren inútiles como ella —dijo, con despre
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