—Mi madre dijo desde el principio que era una cena familiar. Yo solo fui a ver de qué se trataba, no tenía intención de ir a una cita o algo —dijo Giovanni, explicándose.
En realidad, Clarissa solo quería que Giovanni mostrara una actitud diferente. Sabía que él no tenía la culpa; después de todo, había sido distante con Araceli todo el tiempo. Visto así, parecía que ella estaba haciendo un berrinche sin razón.
Justo cuando Giovanni iba a decir algo más, sus labios calientes rozaron los de Clarissa.
—¿Entonces sigues enojada? —preguntó con voz ronca, pegado a su cara.
—Ya no… —respondió Clarissa, aún con las mejillas calientes.
Apoyada en su pecho, bajó la mirada y vio que la camisa de Giovanni estaba medio abierta, con varios botones sueltos, seguramente por el beso de antes. Su mejilla descansaba sobre su pecho, y empezó a jugar con los ojales vacíos de la camisa, pasando un dedo por ellos, de ida y vuelta.
—Esa Araceli parece que te quiere mucho. La forma en que te mira… Me molesta