Clarissa se sorprendió cuando el carro dio un brinco al frenar de golpe.
Cuando miró por la ventana, se dio cuenta de que estaban en el terreno detrás de la Clínica Misericordia, una zona en construcción para lo que parecía un nuevo laboratorio. El suelo todavía no estaba plano y, como era de noche, no había nadie por ahí.
Giovanni se quitó el cinturón de seguridad, se volteó hacia ella y la agarró por la cintura. Se escuchó un "clic", y el cinturón de Clarissa también se soltó.
Luego, Giovanni la levantó y la acomodó sobre sus piernas, reclinando el asiento para que hubiera más espacio.
Con sus manos calientes, la abrazó más fuerte, y se acercó para susurrar: —¿Estás molesta, querida? Giovanni miró a Clarissa con esa expresión dura que siempre lo hacía ver tan simpático.
Encendió la luz dentro del carro, y su cara, tan tranquila y guapa, quedó iluminada. —Entraste como si no me conocieras. ¿No te salió bien la actuación? —dijo, apretándola aún más, como si no quisiera dejarla ir.