El pecho de Giovanni ardía, con una sensación que no se iba a apagar tan fácil.
Esa sensación se la había provocado la mujer frente a él.
—Clarissa, ¿quién te enseñó todo esto? —preguntó, casi sin poder creer lo que veía.
Giovanni no podía creer que Clarissa hubiera llegado tan lejos. Una persona que se sonrojaba solo por darle la mano ahora estaba tan metida en todo esto, incluso preocupada de que él se fuera.
Clarissa tenía las mejillas un poco rojas.
—Habla de una vez —dijo Giovanni, tocando su mejilla, esperando su respuesta.
Clarissa dejó escapar un sonidito tímido antes de responder.
—Vittoria me mandó unas capturas de novelas, pensé que eran interesantes y que te podrían servir.
¿Vittoria las mandó?
Giovanni levantó una ceja, y Clarissa, sin quererlo, se delató.
—Vittoria no tiene mucho que hacer y le gustan esas novelas dramáticas. Ah... también cree que somos la pareja perfecta.
Giovanni se rio un poco, sin poder evitarlo.
—Tu amiga sí que tiene mucha imaginación.
Si Vittoria