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El auto de Marco no estaba estacionado en la cuadra de casa. Bien, era un comienzo promisorio. Al salir del ascensor, no escuché música desde casa. Excelente. Abrí la puerta lanzando una mirada alrededor. El apartamento estaba ordenado y silencioso, el aire olía a cítricos, aportándole un toque extra de frescura. ¿Habría salido Dylan? Entonces escuché el rumor apenas perceptible de dedos tipeando.

Dejé mi bolsa en la barra como solía y me acerqué a la puerta abierta del estudio. Dylan estaba allí, muy cómodo en su sillón giratorio de alto respaldo acolchado, con sus grandes auriculares puestos, al parecer chateando. Apoyé el hombro y me crucé de brazos, contemplándolo sonriente.

Imagino que vio mi reflejo en la gran pantalla que ocupaba buena parte de la mesa, porque de pronto giró para enfrentarme con una sonrisa amplia, luminosa, y me t

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