—¡Por todos los dioses, que cosa tan bonita, jamás pensé que un dulce podría tener un decorado tan adorable! —A primera hora de la mañana, visitamos a Sedna, la diosa madre luce tan espectacular como siempre, con los accesorios de oro brillar tanto como ella con esa sonrisa y en compañía de sus dos hijos pequeños, llenos del relleno de las tartas después de que se ganarán mi corazón con una sola mirada e hicieran que le dé uno a cada uno. —Y sabe exquisito.
Le dio otro mordisco a la tarta, siendo la segunda que se come a este punto.
—A tus hijos también les gustó bastante.
—Ellos son unos glotones, todo lo que sea comida les encanta. —La mujer limpió con sus dedos la cara de los bebés, quienes solo se dejaron mientras miraban a su mamá con una sonrisita.
—¿Y tu esposo? Nunca tengo el gusto de verlo.
—Durmiendo, siempre está trabajando a esta hora, anoche estaba especialmente cansado.
—Yo tengo como dos semanas sin ver a mi hermano y muy aparte de ello, la diosa de los partos ronda mu