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Carlo:

Venir de una familia humilde -por así decirlo- ha Sido un verdadero reto para mí, de echo para mí familia, venimos de un pequeño pueblo de Italia, al norte de Sicilia, viví toda mi vida en ese pueblo hasta que llegó el momento de ir a la universidad.

Por muchos años me esforcé estudiando para obtener una beca ya que mi padre no podía pagar mi carrera, estudié diseño y artes, algo que siempre quise, amaba pintar y crear, siempre era yo el que remodelaba la pizzería de papá y eso atraía varios clientes.

Gané una increíble beca completa, cosa que me lo facilitó todo, me daba tiempo de trabajar como repartidor en Alemania y podía costearme los gastos aunque siempre tuve ayuda de Mika y Axel, mis más grandes amigos, en la universidad fui objeto de burlas y críticas solo por venir de um pequeño pueblo y de familia humilde, sinceramente jamás eso me importó y menos a mis amigos, ellos me trataron de igual forma, cómo un simple amigo, Mika era el heredero más joven de Rusia en su momento y Axel era hijo de los reconocidos reposteros de New York y yo, era un simple chico hijo de un pizzero, cosa que me enorgullecía.

Jamás tuve nada que envidiarle a mis amigos, yo era feliz lo que tenía y lo que tengo, mi padre decidió venirse a Chicago para abrir su pizzería aquí, cosa que agradecí infinitamente porque aquí tendría muchas más oportunidades, y no me equivoqué en ello, desde que la abrió los clientes llegan y las pizzas se venden como pan caliente.

Yo mismo diseñé los folletos y pancartas para la publicidad de la pizzería, pinte los murales y quedó increíble, claro con ayuda de Mika, el me proporcionó material para hacerlo, siempre me dice que es un regalo pero siento que debo pagarle por todo lo que ha hecho por mi durante este tiempo.

Decidí vivir con el solo para hacerle compañía, papá al principio estuvo en desacuerdo pero después entendió que necesitaba mi espacio pero no podía pagar un departamento, así que Mika me pidió que viviera con el, se que no es mucho lo que hago, pero al menos le podré dar dinero para la comida, me había dicho que no, pero papá siempre me enseñó a ser agradecido con los que me ayudan así que Mika aceptó que al menos lo ayudara con los gastos de la comida.

Mi relación con mi padre es buena, a veces quiere conttolarme pero se cómo esquivarlo, actualmente trabajo con el en la pizzería, quería ejercer mi carrera pero papá está algo viejo para lidiar solo con la pizzería, así que lo ayudo, por suerte tiene algunos empleados que le hechan la mano en la cocina.

Mi hermana Cinthia, aún es menor de edad así que todavía está estudiando.

No soy sociable con las chicas, claro, tuve novia pero jamás duraba mis relaciones, todas esperaban más de mi y pues al no obtenerlo no duraba mucho, así que me resignaba y no me llamaba la atención estar con alguien, aunque si me gustaría tener novia, que fuera un poco como yo, para poder entendernos.

—Hijo, necesito que vayas por más queso, se acabó.

—Claro papá.

Me lavé las manos y me saqué el delantal, tomé las llaves de mi motocicleta.

—Cuidado con esa cosa Carlo, sabes que la odio.

—Starò bene papà, tornerò sano e salvo (estaré bien papá, regresaré sano y Salvo) —le besé la mejilla.

Me coloqué la chaqueta y fui hasta mi motocicleta, me subí en ella y conduje hasta la tienda para comprar el queso que pidió papá, eran unos diez kilos más o menos, podría llevarlos en mi moto sin problemas.

Después de comprarlo, iba de regreso a la pizzería hasta que un auto estacionado a un lado de la carretera me llamó la atención, pase por su lado y había una chica en su teléfono, estacioné la moto y me acerqué a ella, al percatarse de mi presencia se volteó asustada.

—Tranquila, solo quiero ayudar ¿Le pasó algo a tu auto?

Me acerque cautelosamente a ella, hasta que la Vi bien, era la chica de la pastelería de Axel, estaba usando un lindo suéter cuello alto color blanco y jeans azules con botas negras, tenía un abrigo encima y su cabello estaba suelto.

Que bonita..

—Se me apagó, estaba llamando a una grúa pero.. se tardará un poco.

—Entiendo ¿Podría revisar? —señalé el auto.

Asintió.

Me acerqué al auto y abrí el capote, revise un poco y solo tenía un cable suelto, nada del otro mundo.

—Esta un poco viejo, creo que le hace falta aceite —la miré.

—No llames a mi bebé viejo —me miro mal—, es un auto clásico y precioso.. Con respecto a lo otro, no sé de qué hablas pero gracias, lo tendré en cuenta.

Rei por su comentario, sus ojos eran enormes y grises, tenía unas enormes pestañas y labios hermosos, ella era hermosa, claro que sí.

—Puedes intentar encenderlo, te ayudaré.

Asintió y se metió al auto para encenderlo, le coloqué el cable que estaba suelto y encendió sin problemas.

—¡Encendió! —chilló contenta— mi bebé.

—De nada —dije sarcástico.

—Oh si gracias —miró de nuevo el auto—, un momento.. Yo te he visto.

—Claro que si —sonreí y me crucé de brazos—, en la pastelería de mi amigo Axel.

—Dios mío —se pegó en la frente—, hoy es mi día definitivamente.

La miré sin entender nada.

—Un gusto en conocerte..

—Me llamo Emma —extendió su mano.

—Carlo —estreché su mano.

—Italiano —asentí—, tu acento está bastante marcado, bueno Carlo, un gusto en conocerte y gracias de nuevo por la ayuda.

—No hay de que Emma, llega a salvo a casa.

Ella me miró unos segundos antes de entrar a su auto, me subí de nuevo a mi motocicleta y conduje de nuevo hasta la pizzería, entre a la cocina y papá me regañó.

—¿Dónde estabas? —se cruzó de brazos.

—Lo lamento, estaba auxiliando a alguien que estaba en la carretera —sonreí—, traje el quedó papá, vamos a cocinar.

Empecé de nuevo a cocinar junto con papá, el sabe que siempre me ha gustado ayudar a las personas que lo necesiten, a veces se molesta porque no todas las personas son agradecidas, pero si está en mi poder ayudar a alguien, me doy por bien servido.

No soy mucho de socializar con alguien, pero cuando entablo una amistad me gusta valorarla y darle ese pequeño voto de confianza, pero cuando me traicionan pierdo por completo el interés, me aparto y sigo con mi vida, no me gusta quedarme en el pasado, solo sigo adelante y ya.

—Buenas noches, por favor una pizza margarita —escuché a Mikael imitar la voz de una mujer.

—¡Muchachotes! Que bueno volverlos a ver —dijo mi padre alegre—, lo siento Mikael, no tengo margarita ahora, pero si lo deseas puedo hacerles la siciliana que tanto les gusta.

—Yo no me molesto —sonrió Axel.

Mi padre adora a mis amigos, los quiere como unos hijos y el sabe cuánto me han ayudado mis amigos todo el tiempo que estuve en Alemania estudiando.

—Pero que sexy Anttoneti —Mikael me lanzó un beso.

—Idiota —Murmuré.

—Oh vamos hermano, no puedes rechazar un piropo de tu amigo —se cruzó de brazos.

—Déjame en paz Mika —reí—, siéntense, ya les llevo su pizza.

Definitivamente me encanta estar con mis amigos, era como sentirse en casa después de cinco años, pero nada ha cambiado, seguimos siendo los mismos desastrosos de siempre.

Cómo los viejos tiempos...

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