Nunca he estado con nadie.
Cuando Emma volvió a las cinco de la tarde cargada con bolsas de compra, Simon estaba viendo la televisión con Jackie. Ella lo saludó animadamente, pero Simon solo hizo un gesto con la cabeza y volvió a mirar el televisor; era evidente su molestia. Emma dejó las bolsas en la mesa isla y fue junto a él para hablarle de su día. Simon apagó la televisión y se puso de pie para ir a la cocina.
—¡Simon! — exclamó Emma buscando la atención del joven.
— ¡Seis llamadas, Emma! ¡Y ni siquiera te tomaste la molestia de volver a llamar!— fue lo único que salió de sus labios antes de seguir caminando.
—Es que fui a ver a Robert — dijo tímidamente. Pero Simon detuvo su marcha en seco y giró sobre sus talones para clavar su mirada profunda en ella.
—¿Qué hiciste qué? — preguntó con su cabello alborotado y una expresión de rabia en su rostro. Eso sí que lo enfureció; le había dicho a Robert que jamás se acercaría a ella. Después de su amenaza, Robert le había ganado la batalla.
—Fui a hablar con él. T