Livy ClarkCerré la puerta de la habitación, golpeándola con toda mi rabia contenida. Me apoyé en aquella madera y sentí la falda rasgarse, tanto como mi garganta cuando grité de dolor. Deseé tanto, tanto que todo fuera mentira. Deseé durante tantas noches que Hardin lo negara...Abracé mis piernas y cerré los ojos mientras intentaba mantener la calma para no despertar a mi hija en la habitación contigua después de todo el espectáculo que había montado.Escuchaba los toques en la puerta, que pronto se convirtieron en golpes y luego en patadas violentas. Intenté absorber aquellos impactos como sentía cada puñalada en el pecho, pero fue tan inútil. Cada vez que golpeaba, sentía un dolor irradiando por todo mi cuerpo.– ¿Livy? ¡Abre la puerta! Maldita sea... Tenemos que hablar. ¡Abre esto! ¡Abre! ¡Abre ahora o voy a derribar esta maldita puerta!Podía oír sus respiraciones, sus sollozos, su llanto. Podía oír su sufrimiento. Entonces, me levanté de aquel suelo helado y abrí la puerta. Él
Livy ClarkApenas tenía fuerzas para bajar las escaleras de aquel escenario. La última arma presentada y ya había tantos compradores. Aún no conseguía entender el tamaño del destrozo que Daren había hecho en la empresa, pero esto, con seguridad, arreglaría los problemas mayores.Un hombre me ayudó, sujetándome de una de mis manos. Siempre recibía un cariño extraño al que nunca me acostumbraría, pero ni siquiera estaba mirando aquello. Mi cuerpo estaba presente, pero mi alma se había ido a cualquier lugar donde estuviera Hardin. Me sentía destrozada por dentro y, a cada paso que daba, un pedazo de mí se desprendía un poco más. Era doloroso.Aún conseguía ver sus ojos justos frente a mí. La forma en que parecía no saber... Mi mente acumuló aquella mirada de desesperación suya y me llené de paranoia. ¿Y si tal vez él no lo sabía? No... Hardin siempre guardó un secreto. Confesó que mintió. ¿Cómo podría no ser eso? ¿Qué más no me había dicho?Saludé a la gente y entonces me aparté. La prim
Livy ClarkEl viaje en avión me dejó completamente agotada. Eliot me perseguía, hablando de números que no quería saber. Había llegado el día anterior y aún no había podido dormir. Perseguir a Hardin Holloway se había convertido en mi nuevo pasatiempo, pero solo sería divertido si lograba encontrarlo.Me senté a la mesa y froté mis dedos en mi cabello suelto. Estaba exhausta. – Por favor, ¡dejemos esto para mañana!Eliot me miró fijamente, buscando respuestas en mi rostro, pero no respondían nada. Ni siquiera yo respondería, porque no sabría qué decir. – ¿Está todo bien? ¿Sucedió algo?– Estoy bien. Por favor, solo déjeme sola.Él tomó mis manos, y fue delicado, pero aún me sentía extraña con un toque como el suyo. – Estoy aquí si quieres hablar. Siempre que quieras desahogarte... Estaré aquí contigo.Solo asentí con la cabeza. Cogí mi teléfono y llamé a la cocina. – Por favor, dígale a Maila que traiga un café bien fuerte.Ya no necesitaba el café. Salté de la silla cuando aquel homb
Livy ClarkMi bolso se deslizó de mis manos. Estaba tan impactada que ni siquiera podía moverme. Mi corazón latía como un loco y sentía que estaba a punto de morir. Sé que la paranoia había dominado mi mente, pero ni de lejos podría pensar que vería aquella escena grotesca ante mis ojos.Todo mi mundo giró. Estaba cayendo desde lo alto de una torre de cartas donde Hardin me había colocado de la forma más fantasiosa y me había aprisionado allí. – ¿Hardin? – Repetí.Podía ver los ojos de Maila rojos, debido al esfuerzo. Apuesto a que ni siquiera durmieron anoche. Mis manos temblaban solo de pensar en todo lo que él le había hecho. Respiré hondo y di un paso más y otro. “Uno a la vez, Livy”, pensaba, mientras mis manos temblorosas alcanzaban las manos de Hardin Holloway. Le arrebaté aquel cuchillo sucio de las manos y aquel hombre ni siquiera me miró.Hardin no reaccionó a ningún movimiento. Sostuve el objeto y vi cómo los ojos de Maila aumentaban de tamaño. Tal vez los malos tratos que
Livy ClarkHardin me miró como si yo acabara con cada uno de sus sentimientos. Ver a Maila partir parecía una pesadilla para él. Tal vez debería haberlo dejado tener su venganza y acabar preso por el resto de su vida. Tal vez así no me miraría como si yo fuera lo peor que le había pasado en toda su vida.Antes de que pudiera decir algo, aquel hombre entró en el baño y cerró su puerta con fuerza. Tal vez no podría apaciguar aquel sentimiento de dolor en Hardin, pero podía impedir que sufriera en una celda en el futuro.Respiré hondo, sequé mis lágrimas e intenté contener mis sentimientos de dolor. Me miré en el espejo por última vez y vi mi característico rostro enrojecido. No, el odio no era algo que conseguiría esconder. Al menos, no por ella. Solté el aire atrapado en mis pulmones y me giré para salir de la habitación.Escuchaba los sonidos del agua de aquella ducha cayendo mientras salía de la habitación. Aquello me daba alguna esperanza de que él se recuperaría en algún momento. E
Livy Clark– ¿Buena suerte? – Maila escupió las palabras. – ¡Vuelve aquí! ¿Crees que no tendría coraje? Voy a salir de esta maldita casa y voy a llamar a la policía ahora mismo. Desgraciada, ridícula.Estaba caminando hacia la escalera, pero detuve mis pasos. Estaba paralizada en el tiempo y, aun así, fui capaz de sonreír. Siempre que me sentía maltratada, recordaba a mi padre. Él aún estaba dentro de mi cabeza, incluso ahora, incluso cuando no sabía quién era realmente para mí.Me giré, con aquella misma sonrisa estampada en el rostro. – Haz lo que quieras. Llama a la policía. – Caminé hasta el teléfono de al lado, lo cogí y caminé con las manos extendidas hasta que Maila pudo tomarlo. – ¡Toma! Llama ahora mismo. ¿Qué pasa? ¿Olvidaste el número? No hay problema, ¡yo lo pongo por ti! – Digité los tres números y se lo entregué.Aquella mirada confusa pareció lo mejor de la noche y me encantó ver cada gesto de confusión en su rostro. – ¿Crees que no voy a tener coraje? ¡Voy a hacerlo! –
Hardin HollowayTodo en mi cuerpo imploraba que me levantara de aquel baño, corriera afuera e impidiera que aquella mujer fuera cruel una vez más. Todo decía que debía acabar con ella para siempre, y me sentía descontrolado.¿Qué demonios hice con mi vida? Aún recordaba no haber recibido ningún tipo de visitas durante la universidad y, en un día cualquiera, fui llamado a una sala cerrada y sombría. Sabía que algo estaba a punto de suceder cuando abrí aquella puerta y el señor Holloway estaba sentado en una silla común, mirándome con la misma rigidez de siempre. Debería haberlo sabido cuando abrió la boca y dijo que había una prometida esperándome en casa... No debería haber peleado ni resistido. Podría haber aceptado mi destino. Si fuera inteligente, habría dicho que sí, pero era un imbécil y estaba a punto de comenzar mi propio negocio.Ser desheredado aquel día pareció una broma de mal gusto, pero no me importó. Ya pretendía abandonarlo todo y crecer por mí mismo. Aquel hombre nunca
Hardin HollowayMirarla era como estar muriendo, y era cuando finalmente encontraba aquella paz plena de la que siempre oí hablar. Nos estábamos mirando y yo era un cobarde, incapaz de abrir mi maldita boca ahora. Debería decir lo que ella había estado esperando toda la vida. Debía ser mi momento de honestidad. Nuestro momento. Tal vez ella se alegraría. Tal vez aquello era una invasión. Pero a diferencia de las palabras, la sujeté por el rostro y era como un depredador encarando a una presa. No debería ser así. Mi mirada era tierna, pero feroz.– Hardin... – Sus ojos imploraban algo. No sabía qué dar, pero daría lo que quisiera.Mi rostro se inclinó cerca del suyo. Mi boca fue tan rápida como en una captura. La besé y ella me besó de vuelta, tan intensamente que apenas me sentía en aquel mismo ambiente de antes. Todo lo que pasaba por mi cuerpo. Todo aquel dolor se fue.Livy Clarke dejó de besarme, apartando mi cuerpo con sus pequeñas manos. Yo me había agarrado a su nuca y no preten