Livy Clark
Cerré la puerta de la habitación, golpeándola con toda mi rabia contenida. Me apoyé en aquella madera y sentí la falda rasgarse, tanto como mi garganta cuando grité de dolor. Deseé tanto, tanto que todo fuera mentira. Deseé durante tantas noches que Hardin lo negara...
Abracé mis piernas y cerré los ojos mientras intentaba mantener la calma para no despertar a mi hija en la habitación contigua después de todo el espectáculo que había montado.
Escuchaba los toques en la puerta, que pronto se convirtieron en golpes y luego en patadas violentas. Intenté absorber aquellos impactos como sentía cada puñalada en el pecho, pero fue tan inútil. Cada vez que golpeaba, sentía un dolor irradiando por todo mi cuerpo.
– ¿Livy? ¡Abre la puerta! Maldita sea... Tenemos que hablar. ¡Abre esto! ¡Abre! ¡Abre ahora o voy a derribar esta maldita puerta!
Podía oír sus respiraciones, sus sollozos, su llanto. Podía oír su sufrimiento. Entonces, me levanté de aquel suelo helado y abrí la puerta. Él