El camino hacia la empresa de los Sanders se sintió más corto de lo normal. Andrew conducía con una mano en el volante y la otra jugando con la pantalla del coche, tarareando algo sin tono mientras Amanda intentaba mantener la mente en orden.
Ella misma se había sentido un tanto extraña por la forma en la que había descrito a Eric.
¿Desde cuándo lo sentía así? Es decir, desde el primer encuentro había sentido su fuego abrasador, ese sol del mediodía en pleno verano, sofocante, angustiante, queriendo derretir todo a su paso. Pero… ese calor cálido era escaso, aun así ya lo conocía, ya sabía que existía ese hermoso atardecer en ese hombre.
¿Cómo no querer sentirlo de nuevo?
Cuando creías que todo era destrucción, en él existía una parte cálida que ella deseaba contemplar un poco más… tan solo un poco más.
Ella lo observaba de reojo, pensando en lo surrealista que era todo: estaba yendo a ver a Eric después de despertarse sola en una cama donde él había dormido. Y no solo eso… lo estaba