El vuelo había sido interminable, con turbulencias que sacudían el avión sin cesar. Amanda López bajó del avión con los hombros tensos, arrastrando una maleta pequeña que contenía lo justo para un viaje que Abel había insistido en que era indispensable.De vez en cuando la movía de un lado a otro, a viajes absurdos en los que ella no podía alzar la voz para quejarse.“Necesitas cerrar ese acuerdo en persona”, le había dicho él, con esa voz que siempre parecía dictar órdenes disfrazadas de consejos, pero en el fondo le gustaba hacerle ver que él era el jefe, que él mandaba. Pero la llamada de la clínica lo había cambiado todo. ¡Al fin una buena noticia!Un chequeo urgente, decían, algo que no podía esperar. Así que había acortado el viaje en diez días, sin avisarle a nadie, pues también sería una gran sorpresa para Abel si ella al fin quedaba embarazada.Sería hermoso… luego de todos los intentos, años tras años, por fin quedar embarazada.Quería sorprenderlo, o tal vez solo necesitaba
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