Los días siguientes fueron un vacío largo y gris. Amanda llevaba casi tres sin verlo. Desde el hospital, Eric había desaparecido de su rutina. No dormía en casa, o al menos eso creía.
No lo veía al amanecer, ni al anochecer. Las luces de su habitación permanecían apagadas, el coche negro seguía estacionado en el mismo sitio y nadie parecía tener respuestas.
Había intentado preguntarle al chofer, pero él solo se limitó a decirle que no sabía nada. Tommy tampoco hablaba. Ambos actuaban como si Eric hubiese desaparecido del mapa.
Amanda no sabía si se había marchado del país, si estaba en la empresa, o si simplemente la estaba evitando. Lo que sí sabía era que desde aquella discusión en el hospital no había vuelto a tener paz. Quería agradecerle lo que había hecho por su madre, la nueva residencia, los cuidados, todo. Pero no podía. No si él no le daba siquiera la oportunidad de hablar.
La mañana del tercer día decidió desayunar sola en la terraza. Intentó concentrarse en el sonido de lo