Miró a su amigo que estaba apoyando todo su peso sobre él, y no estaba hablando de solo unos Kilos más, Adriel era mucho más pesado que él y peor en ese estado, lo cual dificultaba su propio movimiento. Elio sabía que no llegarían muy lejos.
-Se acercan…- Gruñó Adriel, sosteniéndose la herida abierta en su costado que sangraba cruelmente, escurriéndose entre sus dedos.
-Lo sé- respondió Elio mirando las posibles salidas, que en realidad no eran muchas: Podrían volver por donde vinieron, pero sería entregarse en bandeja de plata a la pandilla. Además, Marie ya no estaba allí para levantarlos y salir a toda velocidad en su coche, ahora estaban a pie y en ese estado no llegarían muy lejos. Lo más probable era que esos malditos los arrollaran con su cuatro por cuatro. Elio no dudaba en que lo harían, porque él mismo lo hubiese hecho si tuviera la oportunidad.
La otra opción, y la más estúpida, a decir verdad, era enfrentarlos y desear Dios estuviera de su lado, pero Elio nunca había sid