62°

Después de que el guardaespaldas se fuera, cerramos la puerta, pero yo me había quedado con aquella última palabra que había dicho Valentín. Así que, cuando nos sentamos nuevamente en el mueble, él, descaradamente, apoyó los pies con confianza y, pues, nuevamente la serie que se estaba viendo...

—¿Estás cómodo? —le pregunté con sarcasmo, y él se rió.

—No te imaginas hace cuánto tiempo de mi vida no tenía un rato para mí. Claro que tengo muchas cosas que hacer en el mercado negro, pero creo que podrían esperar por un rato... si no te molesta, pues...

Parecía que comenzaba a entrarle un poco de sueño, y, por alguna razón, a mí en realidad no me molestaba. No me molestaba la presencia del hombre ahí en mi casa. Ni siquiera me molestaba que fuera tierno con mi hijo. Tenía algo agradable, y aquello me hizo sentir también un poco incómoda, claro. La primera vez, y sería la primera vez que yo terminara confiando en alguien que no debía.

Me parecía muy seguro de sí mismo al decirme que no hab
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