ANDY DAVIS
El ambiente en el «chalet» se volvió tenso. Las palabras de Camille se quedaron flotando entre nosotros y causando eco. Damián, que segundos antes me había abrazado con dulzura y estaba emocionado por un futuro juntos, ahora estaba de pie frente a Camille, con el ceño fruncido y los ojos oscuros brillando con una mezcla de indignación y desconcierto.
De nuevo estaba ahí el hombre dominante y malhumorado que había conocido en un principio.
—¿Por cuánto tiempo planeabas ocultarme esto? —Su voz era grave, baja, pero cargada de reproche.
Camille suspiró, cruzándose de brazos, mientras detrás de ella los mellizos jugaban en el jardín, con juguetes que no había visto antes, de seguro patrocinados por su tía consentidora.
—No es algo que haya querido ocultarte, solo… no encontraba el momento adecuado para decírtelo —soltó Camille encogiéndose de hombros, queriendo minimizar la situación, pero su rostro era un rompecabezas que aún no lograba descifrar.
—¿El momento adecuado? —Dami