ANDY DAVIS
Las felicitaciones me asfixiaban. Cada mensaje, cada llamada, cada sonrisa bienintencionada de quienes celebraban mi compromiso con Bastián pesaban sobre mis hombros como una losa, y dentro de todo ese caos sentimental podía ver como mis niños se volvían cada vez más retraídos y desconfiados. Toda la felicidad que un día los había invadido estaba desapareciendo poco a poco. ¿Bastián tenía razón en que conocer a Damián los había cambiado?
—Mami… —susurró León mientras arrastraba sus piecitos hacia mí. Cuando llegó a mi lado, pegó su frente a mi muslo y suspiro.
—¿Qué pasa, mi amor? —pregunté preocupada por su comportamiento cabizbajo, enton