SHAWN ROBERTS
Caí en el jardín, aún con los ojos de Rachel grabados en mi mente. Todo había pasado tan rápido que me sentía en una pesadilla de la cual quería despertar. Giré la cabeza mientras mis oídos aún zumbaban por el golpe, la computadora estaba ahí, tal vez arruinada, tal vez no, ya no me importaba.
Me incorporé con dificultad. La altura no era suficiente para que un hombre de mi tamaño resultara lastimado, pero el miedo de perder a Rachel me estaba carcomiendo. Colgué las placas que me había regresado, mientras pensaba cómo demonios entrar ahí y llevarla conmigo.
Entonces escuché las sirenas, alguien había llamado a la policía. Los gritos de la anciana regresaron a mi cabeza, me estaba acusando a mí de querer matar a su nieta cuando fue ella quien tomó el abrecartas del escritorio y se abalanzó sobre ella.
Troté hacia el patio delantero de la casa, pero me detuve cuando las sirenas se volvieron más cercanas. Me escondí entre los arbustos y entonces la puerta se abrió de gol