ALEXEI MAKAROV
Me quedé sin aliento. Sus hermosos ojos azules relumbraban en la oscuridad, temerosos, pero firmes. Era como ver a un pequeño gatito intentando mostrarse feroz como una pantera, aunque en realidad terminaba viéndose adorable.
—¿Qué? —preguntó retrocediendo con una mano cubriendo sus pechos y la otra protegiendo su intimidad, una que ya deseaba desde que atravesé la puerta—. ¿Qué pasa? ¿Qué me ves?
—Te ves hermosa… —Avancé hacia ella sin poder quitarle la mirada de encima.
—¿No has escuchado eso de que no puedes ver a la novia antes de la boda? —preguntó desviando la mirada. Parecía tener algo de rencor en las pupilas, uno que no había visto antes de abandonar la casa.
—¿Estás molesta? —pregunté pellizcando su mentón y obligándola a regresar su atención hacia mí. Quería que sus ojos azules me vieran y no se apartaran.
—¿Cuándo dejé de estarlo? —siseó y trató de retroceder, pero no pude dejarla. Mi mano se movió por su cuello y se enredó en los cabellos de su nuca. En