RACHEL MONROY
El primer policía se sacudió las manos del segundo antes de precipitarse hacia mí, tomarme del brazo y sacarme de un tirón de la habitación, mientras a mis espaldas, Bastián reía suavemente, limpiándose la sangre de la boca.
—Si quieres la contraseña, tendrás que venir por ella, Rachel —dijo con voz firme, lo suficientemente alto para que pudiera escucharlo incluso desde el pasillo.
Todo daba vueltas, me sentía mareada, confundida, incluso con la mirada borrosa. Cuando sentí que caería, el policía me tomó por la cintura, pegándome a su costado, cargando mi peso con un solo brazo, llevándome hasta el auto, haciéndome entrar.
Por fin me sentí dueña de mi cuerpo y me di cuenta de que ambos policías habían entrado al auto, uno a mi lado y otro en el asiento del conductor. Antes de poder exigir una respuesta, se quitaron las gorras que cubrían parte de su rostro. Eran Carter y Shawn.
—¿Estás bien? —preguntó Shawn a mi lado, tomando mi rostro entre sus manos, mientras sus nud