LUCIEN BLACKWELL
—¡Uy! ¡Qué miedo el papá de Andy! De seguro un señor barrigón que vive en los suburbios en una casa genérica con barda blanca, que se cagaría de miedo al ver mi revólver —sentencié burlón, pero Damián parecía divertido.
—Te vas a arrepentir, hijo de puta. Vas a hacer lo que sea por volverte mi mejor amigo —dijo con seguridad mientras se reía—. ¡Besarás el suelo por donde piso! ¡Ya verás!
»¡Vas a querer que interceda por ti ante él, y no lo haré, para que se te quite!
Entorné los ojos confundido y desconfiado.
—Damián, no seas grosero —dijo Andy acercándose a él y acariciando su brazo.
—¿Por qué querría algo del papá de Andy? —pregunté con cautela, pero la sonrisa de Damián solo se hizo más grande—. Solo me quieres joder. Es una puta broma.
—¡Allá tú si quieres crees que es una broma! —exclamó Damián encogiéndose de hombros antes de rodear los de Andy con un brazo y darme la espalda—. Ya veremos después quién sale perdiendo.
—Maldito, solo me está llenando de dudas la