DAMIÁN ASHFORD
—¡Y vine por ti, perra! —gritó mi querido papi suegro lleno de furia—. ¿Creías que podías joderle la vida a mi hija sin consecuencias? ¡Ahora te voy a meter las consecuencias en forma de plomo por el culo!
Cuando se acercó con determinación, listo para terminar con el trabajo, posé mi mano en su pecho, deteniéndolo. Sus ojos me vieron con desprecio, pensando que me estaba acobardando, hasta que tomé el arma de su mano y fui el primero en entrar al despacho de mi madre.
—¡De todo lo que has hecho para decepcionarte, esto es lo peor! ¡¿En verdad estás haciendo todo esto para complacer a esa mujer y a su padre?! ¡¿Es tu forma de quedar bien con una familia de criminales?! —gritó mi madre del otro lado de su escritorio—. ¡Nunca valoraste todo lo que hice por ti! ¡Me da vergüenza que lleves el apellido de tu padre! ¡No te mereces ser un Ashford!
—Hablas de mi padre como si fuera un mártir, cuando él nos abandonó por otra familia. Por eso no me afecta cuando me pintas como t