SHAWN ROBERTS
Tal vez era un idiota por creer que después de todo lo que había pasado en el hotel, ella llegaría a la cafetería, se sentaría en la mesa de siempre y estaría dispuesta a hablar. La esperé por dos largas horas y para hacer mi agonía más profunda, pedí lo mismo que ella me recomendó la primera vez que intercambiamos palabras, no pude tomar ni un solo bizcocho. Simplemente permanecí en silencio, con una taza de café que se enfriaba mientras veía la calle con apatía, pero esperando verla llegar.
—¿No crees que esto es demasiado patético? —preguntó James dejándose caer sobre el asiento de enfrente. Alcanzó mi café y le dio un sorbo. Arrugó la boca en cuanto se dio cuenta de que estaba frío—. Ya descubriste que Rachel es inocente. Esa era tu misión y la cumpliste, soldado. ¿Qué otra cosa quieres?
—Que ella regrese… —respondí sin siquiera levantar mi atención hacia él. Ahora era yo el hombre de pocas palabras—. ¿Te mandó Rocío?
—Creyó que me harías más caso a mí que a ella. —