DAMIÁN ASHFORD
Una notificación de fumigación fue suficiente para evacuar todo el edificio. Ya nadie hacía preguntas, pues era algo que sucedía a menudo cuando necesitaba estar solo. Mientras me reclinaba en mi asiento detrás del escritorio, Shawn arrastraba a esa enfermera, con la cara hecha jirones por culpa de las garras de mi Panterita, mientras que lucía otra clase de golpes y moretones en el resto del cuerpo.
Su andar daba la apariencia de que estuviera borracha, aunque en realidad el verdadero motivo fuera el dolor. Sus tobillos se quebraban cada par de pasos y Shawn tenía que sostenerla del brazo antes de empujarla de nuevo para que avanzara, mientras Gina, mi secretaria, permanecía recargada en la pared, con los brazos cruzados y limpiándose las uñas desinteresadamente.
—¿Qué hicieron con los otros dos? —pregunté mientras Shawn golpeaba en las piernas a la enfermera, haciéndola caer de rodillas frente al escritorio. Esta comenzó a sollozar, hasta que sus lágrimas se mezclar