JAMES CARTER
Llegué a las puertas de ese psiquiátrico que amenazaba con derrumbarse. La noche empezaba a caer detrás de la construcción cuando escuché la voz de Nick y el rechinido de la puerta herrumbrada taladrando mis tímpanos al ser abierta.
—Llegaste… —dijo con media sonrisa y me invitó a pasar. Parecía incómodo—. En verdad, no quisiera estar en el lugar de Bastián.
Caminaba frente a mí, ignorando los murmullos que salían de entre la maleza. Eso era lo malo de no saber callar, te perdías de sonidos que podían cambiar tu destino, a veces hasta el punto de salvar o perder tu vida.
Pasamos por los mismos pasillos llenos de polvo, tierra y escombros que de seguro Lucien había recorrido, pero esta vez en una oscuridad incómoda. El sol ya no era suficiente para iluminar el lugar, pasando por entre los huecos entre las paredes, pero la luna todavía no salía para tomar su lugar.
Conforme nos adentramos el ruido de grillos y aves cesó, como si el hecho de que el lugar fuera un viejo ps