Un silencio tenso inunda la alcoba principal del alfa, donde las tres personas conscientes se encuentran perplejas.
El doctor deja salir un suspiro y recoge sus utensilios de trabajo.
—No me atreveré a proferir mi opinión, pero esto es impactante para mí —admite él, quien aún está anonadado.
Vesti se pone la mano en el pecho e inhala y exhala de forma repetida. Su cara, al igual que la de Zafra, se ha puesto pálida y denota desconcierto y terror.
—¿Está seguro? —cuestiona ella, aunque no se encuentra consciente del todo de las palabras que salen de su boca.
—Sí, lo estoy. Yo soy un experto y puedo reconocer un embarazo sin temor a equivocarme.
—¿Qué pruebas le hizo?
—Todas las que no estar en mi consultorio me permiten —responde cortante.
Vesti siente que pierde el equilibrio y se sostiene del hombro de Zafra. No lo puede aceptar. ¿Qué fue lo que esa esclava le hizo a Tron para manejarlo a su antojo?
—Ese cachorro no puede ser de Tron —niega con espasmos en el cuerpo y la voz quebrada