Capítulo 33. Su fuerza y su nuevo comienzo.
Ellen.
Meses después…
El cielo de Seattle amaneció gris, cubierto por una capa densa de nubes que anunciaban lluvia, pero dentro del hospital, Ellen solo podía escuchar el acelerado latido de su corazón. Los dolores habían comenzado la noche anterior y se había mantenido firme hasta que Greta la convenció de que era momento de ir. Ahora, con una bata celeste cubriendo su cuerpo y las manos apretadas contra la camilla, sabía que ya no había marcha atrás. El momento había llegado.
Horas después, con el sudor en la frente y las lágrimas brotando de sus ojos, el llanto de su bebé llenó la habitación como una sinfonía milagrosa. Ellen rompió en sollozos al ver por primera vez a su hijo, su piel sonrosada, sus pequeñas manos en el aire, la vida hecha carne en su forma más pura.
—Es un varón —anunció la enfermera con una sonrisa emocionada.
—Hola, mi pequeño Nathan —susurró Ellen, besando la frente del bebé mientras lo colocaban sobre su pecho.
Nathan. El nombre había llegado a ella en un s