Capítulo 44

Bianca

Cuando finalmente salimos de la ducha, me coloqué una pequeña pijama y me tumbé en la cama. Alexander se acostó a mi lado, depositando besos en mis hombros y en mi cuello, pero el sueño comenzaba a dominarme. Cerré los ojos por un momento, sintiendo su calor, hasta que, de pronto, me reincorporé sobre la cama.

—¿Qué pasa? —preguntó, mirándome con curiosidad.—Pensé que querías descansar — comento con una sonrisa.

—Necesito que me cuentes todo… Para eso también vinimos.

Asentío, y yo quede observando cómo sus hoyuelos aparecían en su rostro al sonreír. Solté un suspiro y besé sus labios. Me acomodé mejor en la cama, y él, divertido, preguntó:

—¿Quieres que pida palomitas?

Reí sarcástica ante su broma.

—Pide lo que quieras.

Pidó una bandeja de frutas para mí y una copa de vino para él. Se acomodó junto a mí, tomó mi mano y me miró fijamente a los ojos. Sentí un nudo en el estómago, como si estuviera a punto de confesarme con un sacerdote.

—Estoy lista —susurré.

Alexander suspiró
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