Antojo de medianoche

—Casandra me informo que saliste esta tarde, ¿a dónde fuiste? —inquiere Alexandros en cuanto cierro la puerta del baño.

—¿Ahora debo hacerte una bitácora de a dónde voy? —lo cuestiono, chasqueando la lengua.

—No me refería a eso, pero si necesitas que Paolo te lleve, él siempre estará a tu disposición. No quiero que salgas y en caso de llegar a sentirte mal que estés sola.

—Consideraré tu propuesta. Respondiendo a tu pregunta fui a ver a un hombre —comento con un leve encogimiento de hombros como restándole importancia al asunto.

—¿C-cómo que te fuiste a ver con un hombre? —grita Alexandros mientras permanece sentado en la cama y mirándome molesto a través del espejo.

—Como escuchaste fui a encontrarme con un hombre. Que recuerde en nuestro acuerdo nunca mencionaste nada de que no pudiese buscar a otros hombres para satisfacerme.

Alexandros lanza un grito de rabia y se levanta de golpe de la cama, antes de que pueda acercarse hasta donde me encuentro, retiro mi albornoz y me quedo en
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