Dos años después
—¿Por qué te sigues negando a casarte conmigo? —me cuestiona Alexandros, dejando los cubiertos y mirándome fijamente.
—¿Es en serio que estás preguntando eso frente a Casandra? —inquiero bastante molesta. No puedo creer que insista después de lo que sucedió en la madrugada.
—Sí, ¿qué tiene de malo?
—¿En verdad quieres que te responda frente a ella? —insisto, chasqueando la lengua.
—Sí, no tiene nada de malo —lo observo con los ojos entrecerrados, pero dado que él insistió, limpio mis labios y sonrió al saber que muy pronto se arrepentirá de haberlo preguntado.
—Aceptaré casarme contigo cuando dejes de pedirlo mientras tenemos sexo, ¿contento? —suelto de golpe y sin dejar de sonreír al ver cómo se ha puesto casi morado.
—Mejor si déjanos solos, Casandra y puedes llevarte a Alessia, por favor.
La mujer mayor, sin musitar ni una sola palabra, toma a nuestra hija y sale corriendo, despavorida del comedor.
—¿Por qué dijiste eso frente a ellas?
—Tú insististe. Ade