—¡Déjalo! ¡Es mi hijo!
Se escuchó decir a Jessy por el micrófono oculto que lleva Ethan en un botón de la camisa.
Peter se incorporó como un recurso.
—¡Entramos ya! —dijo con los ojos desorbitados— ¡Esta expuesto!
Marcus, su padre, lo detuvo poniéndole una mano firme en el hombro.
—Espera. El chico está listo… y tú sabes que si irrumpimos sin un plan, todo se viene abajo. Si entramos a la fuerza ese mafioso puede hacerles daño.
—¡Ese desgraciado puede matarlo! —replicó Pedro.
—O puede creerle… —intervino Salvatore, sin apartar la mirada del edificio.
-¡Si! ¡Es mi hijo mayor!—grita Jessy.
Víctor observaba a Ethan con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—¿Hijo? —repitió, girando lentamente la cabeza hacia Jessy—. No me habías dicho... que tenías otro hijo.
Ethan mantuvo la calma, aunque el corazón le latía como un martillo.
—Sí... soy el primogénito. Mis padres se separaron cuando era un adolescente.
Víctor lo escudriñó de arriba abajo. Sus labios se curvaron apenas.
—Ahora que lo dice