Cordelia
La rabia me recorrió como fuego líquido cuando vi esas sombras inmundas aferrándose a mi hilo de vida, tratando de cortarlo.
No era miedo lo que sentía.
Era furia.
Se estaban metiendo con lo único que me mantenía atada a este mundo.
Mi conexión. Mi cuerpo.
No. No iba a permitirlo.
Me giré hacia Zeiren, mi Elion, que seguía mirándome con asombro. Mi corazón latía desbocado, pero aún así me acerqué y volví a besarlo. Un roce fugaz, desesperado.
—Voy a volver —le prometí contra sus labios antes de apartarme.
Y corrí.
Apenas puse un pie en mi celda, un resplandor dorado estalló a mi alrededor.
Era mi luz.
No sabía de dónde venía, ni por qué sucedía, pero se expandió como un latido vivo, llenando cada rincón del calabozo.
Los Aeternum soltaron chillidos espantosos cuando la luz los tocó. Se retorcieron como si estuvieran ardiendo y salieron disparados hacia las sombras, escondiéndose de mi resplandor cegador.
Jadeando, volví a mi cuerpo en un parpadeo.
Mi piel estaba helada,