Capítulo 28: Te amo, Cor

Cordelia

—Cor…

Todo a mi alrededor cambió cuando la escuché. Ahora estaba en el hospital...

La voz era apenas un susurro, pero la oí con claridad. Levanté la cabeza para mirarla.

—Estoy aquí —le respondí, enderezándome en la silla—. No te preocupes, no voy a irme.

Fernanda sonrió débilmente, su piel pálida contrastando con sus ojos que aún conservaban ese brillo pícaro que siempre la caracterizaba.

—Lo sé, tonta. Eres como una maldita lapa... no me sueltas ni en mis peores momentos.

No pude evitar reír, aunque el nudo en mi garganta no me dejó disfrutarlo. Ella me había prohibido llorar, y yo quería ser fuerte para ella.

—Alguien tiene que aguantarte —le respondí, tratando de aligerar la tensión del momento.

"El momento... solo le quedaban horas..."

Ella rió, pero el sonido pronto se convirtió en una tos violenta que sacudió todo su cuerpo. Me enderecé, preocupada, mientras la veía intentar recuperar el aliento.

—Tranquila… tranquila… —le susurré, acariciando su cabello—. No hables
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